26/11/2024
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Los industriales y los productores misioneros marcan diferencias a lo largo de la historia, aunque plantean objetivos cercanos: posicionar el consumo del té en la Argentina.

 

En Misiones el té tiene su origen. Tiene historias de familias, de trabajo, de desarrollo industrial.

Una de esas historias es la de Carolina Okulovich, actual directora de Don Basilio, una de las empresas exportadoras de Misiones. Desde 2013 desarrolla La Ruta del Té, un emprendimiento turístico rural, educativo y cultural. Ella considera al té misionero como uno de los mejores del mundo.

 

“Soy cuarta generación de productores de té. Mi bisabuelo se instaló en la zona de Campo Viera e inició la plantación. El té está pegado a mi historia”, indicó.

 

“En argentina el desarrollo comienza recién hace 50 años, y si nos comparamos con otras regiones que producen hace miles de años. Nosotros tenemos que estar orgullosos de nuestra industria tealera argentina”, explicó. Y en esa línea dijo: “Tenemos gran capacidad de elaboración, tenemos normas de trazabilidad, inocuidad, certificación de buenas prácticas, no sólo de manufactura sino de relaciones con la comunidad”.  Y enfatizó: “La industria tiene cosas muy buenas para contar”.

 

Con ese legado, la joven empresaria considera que el gran desafío de esta nueva generación de productores está ligado a posicionar el producto en el país. “Darle valor agregado, mejorar calidad. La industria argentina se especializa en crear productos y nosotros podemos hacer esos blends, lo que busca el cliente”, detalló.

 

Otra industria con historia de familias es la Klimiuk Hermanos, que tiene su origen en las plantaciones de té de la familia en 1970. En ese entonces se acopiaba materia prima para las empresas exportadoras. “Desde 2003 trabajamos en la industrialización del producto con mis tres hermanos”, contó Jhonny Klimiuk. En 2009 se establecieron en Campo Viera “y comenzamos a producir té en diferentes variedades y para el mercado interno y el externo. Nuestros principales clientes se encuentran en Estados Unidos, Rusia, Perú”, explicó. La mayor parte de la producción se destina al mercado del Ice Tea. En total logran producir unos 3 millones de kilos anuales.

 

Para Klimiuk, el mayor desafío del sector es fortalecer el consumo en Argentina. “Si vemos los países vecinos, ChiCarlitos le consume 7 veces per capita más que nosotros, Perú, 5 veces más”, ejemplificó. “Es el momento de promover el consumo de este producto que es muy sano y muy misionero”, expresó.

 

Asociarse, el desafío productor

Para el productor Walter Würfeldel del Grupo Picada Africana de la zona que lleva ese nombre en Leandro N. Alem, el desafío es asociarse.

Y es lo que vienen haciendo en este grupo de agricultores se enfoca en la producción sostenible, social, ambiental y económica.

“Los cultivos de té (Camelia sinensis) y yerba mate (Ilex paraguariensis) constituyen los pilares productivos del grupo Picada Africana y son los principales cultivos de renta”, señalan en su presentación. Es un grupo que logró certificar sus chacras con un sello internacional.

En este contexto, Walter anima a otros productores a asociarse. “Quiero que se animen a armar otros grupos nuevos. Eso nos da muchas ventajas como productores. Nos permite ubicar mejor el productor, también permite el intercambio de ideas. Así logramos estar al tanto de las tecnologías. Investigar cuesta plata y al estar cerca de los técnicos eso nos da una ventaja”.

 

JRC EP

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