25/11/2024
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«Yo viajé en el Gran Capitán»: historias y recuerdos en primera persona del tren que unió la Mesopotamia y marcó generaciones

El viejo ferrocarril de la Línea Urquiza conectaba la Ciudad de Buenos Aires con Posadas, pasando por varias localidades ubicadas casi en tu totalidad al borde del río Uruguay. Pasajeros cuentan sus experiencias mientras sueñan con poder volver a subirse una vez más a esos vagones que dejaron huellas en sus vidas.

 

Su sonido era inconfundible. Los niños y adultos lo esperaban ansiosos en cada pueblo para darle la bienvenida. Su andar se fue haciendo más lento con el paso de los años, pero hasta sus últimos días su figura fue igual de imponente, con los colores celeste y blanco en ocasiones confundiéndose con las banderas argentinas que lo aguardaban en las estaciones para recibirlo.  Todos los que lo conocieron no admiten debate en ese punto: “El Gran Capitán es más que un tren”. Sí, en presente. Porque son los pasajeros, que no aceptan el prefijo ex, lo que lo mantienen vigente en cada anécdota que cuentan y se resisten a hablar en pasado por miedo a que termine definitivamente por caer en el olvido.

 

El Gran Capitán fue como se conoció popularmente al ferrocarril de la línea Urquiza que conectó la Mesopotamia partiendo desde la Ciudad de Buenos Aires hasta Posadas, pasando por las provincias de Entre Ríos y Corrientes, conectando 50 localidades, de las cuales 29 tenían paradas fijas y con una tarifa de bajo costo. La línea tal como se la conoce quedó constituida en 1949 y en las primeras dos décadas había que hacer un cruce obligatorio en barco desde Zárate hasta Ibicuy, o viceversa. Hasta que en la década del 70, el ferry fue reemplazado por el Complejo Ferrovial Zárate (norte de la Provincia de Buenos Aires) – Brazo Largo (Entre Ríos).

A casi 10 años de último viaje, pasajeros vuelven a subirse a bordo de la locomotora invitados por Misiones Online para contar sus historias de viaje y explicar cómo lo que a la vista parece ser un simple tren, terminó por dejarles una marca en sus vidas.

 

“Gracias al Gran Capitán me reencontré con quien hoy es mi esposo”

 

Cuando Claudia escucha hablar del Gran Capitán, la primera palabra que se le viene a la mente es “amor”.  Nació en la Patagonia, pero los caminos de la vida la llevaron a la gran ciudad, Buenos Aires, donde por iniciativa de una amiga comenzó a trabajar como moza en el tren Urquiza, recorriendo los vagones, ofreciendo agua para el mate, bizcochitos y café con leche en los días fríos a los pasajeros mientras el ferrocarril se adentraba en la Mesopotamia. Fue justamente uno de esos viajes el que le cambió la vida para siempre.

 

El tren quedó varado en una estación de Misiones con olor a chipa. Un cartel nos decía que estábamos en una estación llamada Apóstoles y ese lugar me recordó a alguien, a mi amigo Pedro que hace muchísimo no veía. No tenía celular, no tenía dirección, no sabía si ese lugar era el Apóstoles que él me había contado. Quedamos un día varados hasta que el tren se arregló y continuamos el viaje.














  • Algunas estaciones del Gran Capitán-Fotos: Facebook

 

Apenas llegamos a destino, fui a un ciber a mandarle un e-mail (a Pablo), era lo único que tenía para comunicarme con él. Le conté donde estaba trabajando, que había pasado por Apóstoles y le pregunté si vivía ahí.  La respuesta no llegó rápido. No había WhatsApp, ni Facebook, ni Instagram…pero finalmente llegó. Recuerdo que me contó que él siempre iba a la estación pintado de payaso a darle leche a los niños.

  • El Gran Capitán Cruzando el puente Zárate- Brazo Largo- video gentileza Pedro Chamorro

 

Pasado el tiempo, una de esas tardes que el tren cruzó por Apóstoles lo vi y él me vio. Y así cada vez que parábamos en la estación, yo corría a saludarlo unos minutos y luego seguía mi rumbo. Eran solo minutos lo que lo veía, solo instantes, pero seguíamos en contacto por e-mail cada vez que llegaba a destino. Una vez, él pago su pasaje de Apóstoles a Posadas ida y vuelta para poder compartir un poco más de tiempo conmigo.

Finalmente, dejé de trabajar en el tren. Pero el Gran Capitán fue ese paso para volver a encontrar a mi amigo, el que me acompaña hace 13 años y el que me acompañara toda la vida.”

 

La ilusión de un falso retorno y turistas ingleses como protagonistas

 

Pensar en El Gran Capitán es pensar en Patricio, o viceversa, pensar en Patricio es pensar en el Gran Capitán. Y no es para menos. Su vida estuvo marcada desde que comenzó a trabajar en el tren en el año 2004, primero con su hermano y luego acompañado por su madre.  Inició como mozo del coche comedor, luego pasó a boletero de abordo y finalizó como ayudante de jefe de tren. En total fueron tres años a bordo, pero que tuvieron el valor de una vida. En esos viajes conoció a Olga Aguirre, cocinera y compañera de mate. También un grupo de mujeres que siempre viajaban juntas desde Buenos Aires a Pasos de Libres y las tiene presente:  Ana, Clara, Doña Paula, Silvia, La Nani y Miriam.

  • Un vagón del Gran Capitán por dentro- Foto: Facebook

 

  • Vagón de primera clase del Gran Capitán-Foto: Facebook

 

Patricio podría escribir un libro con sus historias a bordo del tren, pero hay una que resalta sobre todas. En 1999 el Gran Capitán llevaba 6 años sin funcionar por la decisión que tomó el entonces presidente Carlos Saúl Menem de suspender el servicio en 1993. Un grupo de turistas ingleses decidió viajar desde Posadas a Buenos Aires en un tren alquilado. Patricio fue uno de los encargados de buscar al contingente arriba de una pequeña locomotora. El viaje era sencillo. Estación Federico Lacroze- Posadas, se subían los pasajeros británicos y Posadas-Estación Federico Lacroze. Pero nadie pudo anticipar lo que terminó pasando.

  • Alfredo Flores- Guardatren del Gran Capitán

 

A medida que la locomotora avanzaba, asombrosamente más personas salían a recibirlo en la estación. En los ciudades y pueblos se había corrido el rumor de que volvía el Gran Capitán. Un mal entendido terminó desatando una fiesta en cada lugar por el que pasó el tren con cientos de ciudadanos esperando para recibirlo con globos y banderas. El mayor momento de emotividad se vivió en Posadas donde cientos de personas entonaron el himno nacional argentino.

 

El recuerdo de Patricio

 

Mi historia en el Gran Capitán se remonta al año 1999, cuando el Ferroclub Argentino prepara una pequeña formación para recorrer los 1100 kilómetros que separan la estación Fco. Lacroze de Posadas. Había que ir a buscar a un contingente de turistas ingleses, eran unos 40, que habían contratado el servicio para regresar al Buenos Aires, surcando la Mesopotamia. Este viaje era parte de un cronograma de viajes en trenes de todo el mundo que venían realizando. Aquí en la Argentina eran tres servicios: Posadas – F. Lacroze; Fco Lacroze – Capilla del Señor en el Tren a Vapor del Ferroclub e Ing. Jacobacci – Esquel en la Trochita.

  •  Tripulación del tren del años 2001

 

El Ferroclub Argentino preparó una formación de 3 coches: un 1ra clase, un comedor y un dormitorio. Ya con el plantel de abordo listo, que estaba compuesto por tres cocineros (Mi madre, Juana Tocalini, Rosa Paloma y Chichin) luego éramos dos camareros (Diego Batista y yo) y se completaba con un encargado, un mecánico y limpia coches. Los conductores corrían a cargo de la empresa de carga. El tren comenzó su marcha, fue un viaje hermoso, casi 60 horas surcando cuchillas, esteros y selva. No puedo olvidar como la gente nos iba a esperar a las estaciones, por el solo hecho de ver al tren pasar. Era una fiesta, se iban avisando a través de las radios locales “vuelve el tren de pasajeros” “Vuelve el Gran Capitán”. No importaba la hora, la gente nos esperaba con antorchas, globos, banderas. La locomotora saludaba con su silbato, al paso por los pueblos, y nosotros con repasadores desde la ventanilla del coche comedor.

  • El Gran Capitán circulando- video Claudio Carbone

 

Si bien el viaje tenía como finalidad ir a buscar al contingente de turistas ingleses, la gente empezó a decir que volvía el tren de pasajeros. Más nos acercábamos a Posadas, más gente nos esperaba en las estaciones. Cerca de 22 hs del 30 de noviembre llegamos a Garupá, La empresa de cargas no quería que continuemos viaje por temor a que el estado de las vías no sea óptimo para el paso del tren, pero el rumor de la vuelta del pasajero había llegado a Posadas y cientos de personas se agruparon en la estación desde las 4 de la tarde. Fue tanta la presión que las autoridades no pudieron detener al tren, se autorizó la marcha y por fin a las 01 de la madrugada del día 1ero de diciembre el tren volvió a arribar a la estación de Posadas. Los presentes aplaudieron la llegada del tren, muchos con lágrimas en los ojos, con banderas, pañuelos en alto. Fue tal la emoción que todos empezamos a entonar las estrofas del himno nacional. Jamás viví una emoción tan grande.







  • Así informaban los diarios de Misiones la vuelta del tren

 

Al día siguiente, la Municipalidad nos ofreció un recorrido por la ciudad en un colectivo que estaba a nuestra disposición para tal fin. Un hermoso gesto por parte de los posadeños hacia nosotros.

 

Fue tal el revuelo que se armó con “la vuelta del tren” que se nos denegó la autorización para regresar. Los ingleses no pudieron realizar su viaje en tren a Buenos Aires y nosotros regresamos en micro. La formación quedó detenido unos tres meses en la estación de Posadas hasta que fue enganchado a un tren de carga y regreso al Ferroclub.

 

Mix de recuerdos

 

A lo largo de los años, fueron muchas las historias y las anécdotas que se escribieron arriba del Gran Capitán.

 

Cinthia: “Yo cuando tenía 18 años viajé (en el Gran Capitán). Nos quedamos en medio de la nada en Corrientes. Y a una señora que llevaba pollitos se les escaparon y todos andaban debajo del tren buscándolos. Pudimos encontrarlos. Estuvimos más dos horas ahí en ese lugar, esperando la locomotora que llegue de Santo Tomé”.

 

Inés: “Viajé hace 14 años a Concordia, Entre Ríos, para cruzar luego al Uruguay. Lo que nunca olvidaré es viajar de noche con la ventana abierta, mirando el paisaje y sintiendo ese aroma fresco a campo, a vegetación. El cielo estrellado que acompañaba te daba la sensación de protección. Y ni hablar del ruido típico de las ruedas, que era una música acompasada con la que podías ir ensayando canciones. ¡Pero si hasta parecía que el tren hablaba!”.






  • El gran Capitán en imágenes-fotos Facebook

 

Jorge: “Para resumir, viajar en El Gran Capitán tenía magia, no era un tren cualquiera. Tenía vida. Con los otros pasajeros de viaje se armaba una gran familia, había solidaridad, se compartía la comida, nos divertíamos. Era una gran galería de personajes; los hippies que con sus instrumentos musicales y malabares pensaban cruzar el continente, el paisa que me preguntó si «este es el túnel subfluvial» cuando llegamos al puente Zarate-Brazo Largo y más…en fin, cómo lo extraño”.

 

Silvia: “En los 60/70 mi papá era guarda en los coches dormitorio siempre estaba de viaje. Recuerdo que me gustaba mucho viajar en tren y más con mi papá, me sentía orgullosa de él. Paseaba por el ferri cuando todavía no estaba el puente de Zárate. Mi papá ya no está más entre nosotros, si estuviera vivo estaría sufriendo por la falta del tren. Él se llamaba Aponte y provenimos de familia ferroviaria”.

  • El Gran Capitán a punto de partir en Posadas

 

Julio: “Era un gran viaje y papá nos llevaba, íbamos en familia.  Los asientos eran marrones. Subíamos en la estación General Sarmiento o sea San Miguel y llegábamos a Zárate.  Al tren lo subían al ferry para pasar el río, nosotros nos bajábamos en el ferry y mi papá con otras personas se ponían a tocar el acordeón y la guitarra. Y así hasta pasar el río y llegar a Entre Ríos.  Tardábamos casi 24 hs para llegar a mi pueblo de La Cruz, Corrientes. Son lindos recuerdos.

  • Tren Gran Capitán cruzando el puente Justo José De Urquiza – Video Facebook 

 

Susana: “Yo viajé con mi mamá en camarote hasta Concordia, Entre Ríos, para después cruzar a Brasil a las termas.  Mi mamá estaba en silla de ruedas por el reuma.  Lo q más recurso de ese viaje era los panales de abejas en Entre Ríos. Había muchos kilómetros con ellos”.

 

 

Guillermo: “En 1956 realicé mi primer viaje a Buenos Aires para ir a una colonia de vacaciones en Mar del Plata.  Salimos de Posadas en tren, teníamos dormitorio. No tengo noción del tiempo, pero por lo menos teníamos dos días hasta Concepción del Uruguay. Allí embarcamos a un barco de pasajeros que se nos ocurría más grande que el Titanic.  ¿Se imaginan lo que fue para un chico de 11 años que jamás había salido de su pueblito? Partimos de día, navegamos toda la noche y llegamos a Puerto Nuevo (Retiro) al otro día cerca del mediodía. Así era el viaje a Buenos Aires, tal vez hice uno de los últimos de esa forma”

 

Un regreso inolvidable y un adiós en silencio

 

Tras la decisión de Menem en 1993 de suspender el servicio, el Gran Capitán volvió a conectar la Mesopotamia en 2003 y su regreso fue histórico. El tren partió de Buenos Aires con destino a Posadas el 25 de septiembre y en cada estación era recibido por miles de personas con lágrimas en los ojos y con banderas nacionales que se agitaban al grito de “¡Argentina, Argentina!”. Los pueblos se paralizaron. Los colegios decretaron asueto para que los niños pudieran presenciar el retorno y ser testigos de un pedazo de historia que volvía a hacerse realidad en el presente.

 

La crónica de Misiones Online del día que el Gran Capitán llegó a Posadas luego de 10 años da cuenta de la emoción que se vivió en la ya desaparecida estación de trenes: “A lo lejos se vislumbraba el tren después de cruzar la curva de la Heller. Desde que se vieron sus primeras luces, la campana de la estación no paró de sonar y su sonido se confundía con los gritos de algarabía del público presente. Los pañuelos de las mujeres flameaban y se veían banderas argentinas que resaltaban entre la multitud. La gente se agolpaba cerca de los andenes para tener la primicia del arribo del tren. Los presentes gritaban, aplaudían y festejaban, mientras que la bocina del tren, que al fin llegaba, los hacía vibrar de emoción. Al unísono y en un mismo sentir los recién llegados y la multitud que aguardaba, se unieron en un canto conmocionado de «Argentina, Argentina». El tren de colores patrios llegó con casi 500 personas a bordo. Tras una sonrisa de plena satisfacción por el logro realizado, el maquinista Julio Aguirre expresó «esto es como volver a revivir, estoy muy feliz» y agregó «ojalá la población nos apoye y viaje con nosotros pese a que son más horas que con el colectivo»











  • El retorno del Gran Capitán en imágenes: fotos gentileza sateliteferroviario.com

 

Según una nota publicada en el Diario La Nación en 2005, el tren tenía un vagón jaula para autos ($ 250 desde CABA hasta Posadas), un coche dormitorio ($ 97), dos pullman ($ 60), cuatro de primera ($ 47) y cinco de turista ($ 35).

 

Pero la alegría no duró mucho tiempo. El servicio se fue volviendo cada vez más deficiente con serias demoras en los viajes por el estado de las vías. En una ocasión, el tren tardó más de 50 horas en completar el trayecto Posadas- Buenos Aires

  • Tren El Gran Capitán-Video Facebook

 

El último servicio completo entre las cabeceras fue el 11 de noviembre del 2011, en un viaje desde Buenos Aires hacia Posadas. En lo que debía ser el trayecto de regreso a la Capital Federal, los responsables de la formación abandonaron el tren en la estación Caza Pava, Corrientes. El gremio de conductores de trenes (La Fraternidad) argumentó deficiencias técnicas y en materia de seguridad en este servicio interurbano.

 

Desde ese momento, lo que una vez fue el Gran Capitán hoy se encuentra abandonado la estación de Gobernador Virasoro, Corrientes. Con el paso de los años sufrió ataques de vandalismos, incendios, pintadas robos y actualmente está hecho un verdadero “tren fantasma”, olvidado por quienes lo dejaron ahí, pero recordado siempre por aquellos que hoy dicen orgullosos “yo viajé en el Gran Capitán”.














  • El estado actual de El Gran Capitán en Virasoro- Fotos: gentileza Virasoro News

 

LD

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