La fábrica de pelotas bonaerense que le brinda una segunda oportunidad a los presos y hace llegar sus productos hasta Mozambique

El Pase, una fábrica de pelotas, nació como un refugio de aquellos que buscan salir de la cárcel con una experiencia laboral. Martín Herrero, su fundador, dijo a Infobae: “Si no se los acompaña se los chupa el mismo entorno que los llevó hasta ahí”.
Para Martin Herrero todo nace a partir de una necesidad. Su búsqueda, concentrada principalmente en el partido bonaerense de Trenque Lauquen, hizo que se olvidara por un rato de su fábrica de aberturas de alumnio, la cual le da de comer todos los días, para encontrarle una salida a quienes desean no volver a perder su libertad.
“Tengo un amigo en San Nicolás, un cura que tenía unas máquinas para fabricar pelotas. Me dijo que su propósito era sacar pibes del semáforo y llevárselos a trabajar. Los dignificaba. Y yo estaba en ese mismo viaje…”, dijo Herrero a Infobae.
El hombre de 51 años obtuvo la financiación suficiente para comprar las máquinas y la materia prima. Desde el vamos, su propósito también requirió mejorar la calidad de las pelotas que había conocido: “Él hacía de manera vulcanizada, nosotros las hicimos cosidas. Así logramos una pelota espectacular. Y ahí nació El Pase, de pibes que son buena madera, a quienes si no se los acompaña se los chupa el mismo entorno que los llevó hasta ahí”, explicó.
El Pase es una cooperativa dedicada a los presos que están por salir. A aquellos que, tras demostrar buena conducta y gozar de las salidas transitorias, buscan entre los hilos y el cuero algo de experiencia para luego encontrar trabajo.
“Las salidas laborales son un beneficio. Para eso es importante involucrarse y ver qué preso merece esa oportunidad. Yo particularmente hace muchos años que voy a la cárcel desde la pastoral carcelaria. Y vi muchos pibes que han caído sin otras posibilidades, sin otro destino. Cuando ves que hay pibes que si los acompañás enseñándoles hábitos, respeto a un empleador, pueden salir adelante. Poniendo objetivos, propósitos de vida, te das cuenta que existe un laburo que hay que hacer con ellos”, sostuvo Herrero.
“Lo que menos nos interesaba era el producto; en sí más bien que sea una empresa que los tome. Yo acompañaba a un sacerdote a la cárcel, generábamos charlas con los presos, y me enganché mucho. Desde hace 14 años que voy a la cárcel. En Trenque Lauquen tenemos la Unidad 20. Y hoy a algunos de ellos El Pase los forma. No les da trabajo permanente, pero es una empresa que los acompaña hasta la libertad definitiva”, agregó el hombre nacido en la localidad bonaerense de Salazar.
Herrero detalló: “Crear una cooperativa fue lo más fácil porque necesitábamos encuadrarlo legalmente. Un formato que pudiera tener institucionalidad. Fue financiado por la Fundación Cargill. Ponen un dinero para comprar máquinas y materia prima. Ahí arrancamos. Después, con las ventas de las pelotas, somos autosustentables. No pretendemos tener ayuda del Estado ni de nadie. Queremos dar ese mensaje: que las cosas se hacen con esfuerzo y esto es todo para los pibes. Les damos desayuno, almuerzo y merienda”.
Y continuó: “Ellos van de lunes a viernes, de 8.30 a 17. El trayecto desde la cárcel lo hacen en bicicletas. Ellos salen del penal libres, es un régimen de confianza que no pueden traicionar. Si fallan automáticamente se corta. Es un gran beneficio, porque antes de la libertad pueden salir. No pueden desviarse del camino ni hacer nada raro. Tenemos la autoridad y potestad de devolverlos si no hacen bien las cosas. Los sábados, hasta las 13, no trabajamos. Lo que hacemos es una reunión de valores, hablar de lo que pasó en la semana, trabajar con ellos en su parte personal. Su sanación interior”.
“Hemos tenido casos de chicos que tuvimos que sacarles el beneficio, pero se los hemos devuelto. Los hemos suspendido pero no por cuestiones graves, pero después el juzgado se los devolvió. Cuando vemos que están en situaciones de volver, han salido. Hoy les pagamos todos los viernes por pelotas cosidas. Dos pelotas cosidas por día es el mínimo, y cada una la abonamos $250 por día. Es decir que como mínimo hacen $500 diarios”, reveló Herrero, quien especificó que “las pelotas cosidas cuestan $2.500. Tenemos para fútbol 11 y para futsal. Le ponemos todo lo que mejor que podemos conseguir”.
Casado con María Elena y padre de cinco hijos, los fines de semana ayuda a los familiares que llegan hasta Trenque Lauquen para visitar a sus seres queridos. Herrero contó que “arriban las mujeres, cargadas con un montón de cosas, con provisiones para sus hijos y maridos. Muchas sin recursos, sin un peso. Porque cuando uno cae preso mete preso a toda la familia”.
Herrero las busca a las 7.30 en la terminal, las lleva hasta el penal y a las 13 las regresa para que puedan emprender el retorno a casa. Esa es su rutina de los sábados. “Yo les cuento a ellos, cuando los visito en la semana, el esfuerzo que no ven que hacen las madres o las esposas. Lo que hacen para conseguir algunos víveres. Cosas que están buenas que ellos sepan para decir ‘no puedo volver, someter a mi familia a una revisación para alcanzarme a mí un par de cosas’”, dijo.
Fuente: Infobae