
La maternidad llevó a Eugenia Miño, oriunda de Leandro N. Alem a transitar un camino de descubrimiento personal que derivó, a los 40 años, en su propio diagnóstico de autismo. Su hija Ona, diagnosticada antes, fue el espejo que le permitió comprender vivencias de infancia, adolescencia y adultez que nunca lograba explicar del todo. “Fue un proceso largo y no tan largo”, comenzó contando.