Hoy se celebra el Día de la Cofraternidad Argentina Boliviana en homenaje a Juana Azurduy: la heroína que defendió nuestro territorio
Cada 12 de Julio se celebra el Día de la cofraternidad Argentina Boliviana en honor a Juana Azurduy, una de las grandes heroínas latinoamericanas.
El Día de la cofraternidad argentino-boliviana es en honor a esta heroína ya que Juana Azurduy es muy importante para la unión de los pueblos boliviano y argentino.
Ella nació en el departamento de Potosí en el año 1780, en el Estado Plurinacional de Bolivia, y desarrolló su campaña de milicias contra los españoles en territorios de las actuales Bolivia y Argentina.
Juana vivió tiempos de guerra. Por eso su vida estuvo llena de lucha y tragedia. Tenía 7 años cuando sus padres murieron; ella y su hermana fueron internadas en un convento. Como era una chica con mente crítica y rebelde, su estancia allí no fue fácil. Era joven todavía cuando fue expulsada y se fue a vivir con sus tíos.Se casó con su vecino, Manuel Padilla, y tuvieron cinco hijos.
Cuando estalló el movimiento independentista, Juana y su marido se sumaron, lo que significó que vivieron una persecución.
El matrimonio se sumó al Ejército del Norte enviado por Buenos Aires. La campaña no fue victoriosa: tras la derrota de Huaqui, los realistas tomaron el control del Alto Perú. Juana resistió hasta que consiguió unirse a las tropas del nuevo jefe, Manuel Belgrano, con un batallón llamado Los Leales, que ella misma organizó. Las derrotas patriotas en Vilcapugio y Ayohúma provocaron la retirada del Ejército del Norte. Antes de dejar el mando, Belgrano entregó su sable a Juana.
Cobró fama por resistir a los españoles mediante la táctica de guerra de guerrillas. Realizaba ataques relámpago, con pocos combatientes, en zonas poco defendidas. La lucha era continua y muy cruel. En 1816, las tropas que comandaba Belgrano fueron vencidas. Juana no se rindió: se retiró a lo que es hoy la provincia argentina de Salta. Para entonces había perdido en la guerra a su marido y a cuatro de sus hijos.
Continuó luchando, inclusive mientras se encontraba embarazada de su última hija– por la causa de la libertad junto a Martín Miguel de Güemes. Cuando éste cayó en 1821, Juana regresó a su ciudad natal, donde vivió cuarenta años más junto a su hija, en la miseria, ya que sus bienes habían sido confiscados al inicio de la guerra. Con el paso de los años, el aporte de Juana ha sido reconocido por los gobiernos de Bolivia y Argentina, que le han rendido honores a esta gran libertadora.
El rol que jugaron tanto Juana Azurduy como su esposo, Manuel Padilla, en la lucha independentista fue reconocido por Simón Bolívar quien dijo: “Este país no debería llamarse Bolivia en mi homenaje, sino Padilla o Azurduy, porque son ellos los que lo hicieron libre”.
Inmigración boliviana en argentina
Con un total de 345.272 residentes, de acuerdo al censo nacional de 2010, la comunidad boliviana en Argentina, constituye la segunda colectividad de extranjeros más importante en el país, así como también la segunda más económicamente activa, solo por detrás de la paraguaya, y la mayor de bolivianos en el exterior.
En términos históricos, se posiciona como la cuarta corriente inmigratoria más grande que ha recibido Argentina, únicamente superada por la de los paraguayos, los españoles, y los italianos.
Se trata de una inmigración que ha sido constante desde la época colonial. Ambos países estaban bajo control español, como parte del Virreinato del Perú y luego del Virreinato del Río de la Plata hasta las guerras de independencia hispanoamericanas. Durante estos tiempos había muchos enlaces entre Buenos Aires y el Alto Perú (actual Bolivia).
Muchos inmigrantes bolivianos en Argentina, quizá por su origen amerindio y/o mestizo, han sufrido de discriminación y violencia racista o han sido víctimas de esclavitud sexual y trabajo esclavo en talleres textiles.
La palabra boliguayo, resultado de la unión de «boliviano» y «paraguayo», es un término totalmente despectivo aparecido en la década de 1990-2000 y en plena expansión en la primera década del siglo XXI. Su carácter peyorativo proviene precisamente de la indiferencia del hablante por la identidad del migrante, como sucede también con el término «indio» o «sudaca». Asimismo, se utilizan los gentilicios «bolita» para referirse, con connotación xenófoba, a un nativo de Bolivia en lugar de utilizar la denominación apropiada de «boliviano».
Por otro lado, en 2008, la justicia argentina condenó a 22 años de prisión a un policía que lesionó e intentó asesinar a un joven por el solo hecho de ser boliviano. La pena reflejó el agravante contemplado en la ley antidiscriminatoria 23.592, cuando el delito «sea cometido por persecución u odio a una raza, religión o nacionalidad»